Ficha técnica
Nombre de la obra: Recordando a Bosé
Autor: Orlando Mejía Rivera
Lugar: Auditorio 4. Univalle
Fecha: 22/Septiembre/2012
Hora: 5:30
Director: Douglas Salomón
Diseño Escenográfico y audiovisual: Breyner
Huertas
Reparto
RICARDO VALENZUELA: John Edward Correa
ROSANA GIRALDO-AMPARO GUZMÁN: Marlyn
Montoya
XIMENA MINOTA: Yaira Zapata
JOAQUÍN RESTREPO- PROFESOR MENA- PROFESOR
JARAMILLO- LUISITO MARÍN: Andrés López
JAIME ARIAS- JORGE ISAZA- VIGILANTE DE LA
UNIVERSIDAD: Fabián Luna
SUSANA- GLORIA SATIZABAL- ENFERMERA: Lizeth
Herrera
LUCÍA RIVAS: Zolieth Paz
PLUBIO GARCÍA- JULIAN: Robert Díaz
Reseña
Recordando a Bosé
es una novela homónima del escritor manizaleño Orlando Mejía. El protagonista,
Ricardo Valenzuela, es un joven que ingresa a la facultad de medicina de la
Universidad de Caldas a mediados de los 60´s o 70´s. Su pasión por la
literatura, Demian de Hesse, la
bohemia, su novia, las situaciones entorno a su carrera, lo llevan a destruir paulatinamente
el frágil y caótico mundo en el que vive para surgir de las cenizas como un ser
renovado y completo por medio de un acto simbólico: cortarse las venas.
La puesta en
escena se realizó gracias a la Convocatoria Interna de Creación e Investigación
de la Vicerrectoría de Investigaciones y como resultado de todo este proceso la
obra logra ser alucinante en todos los
sentidos ya que refleja en nosotros –lo que a su vez, produce la identificación
inmediata- el sufrimiento, el amor, los
sueños, la esperanza, el engaño, la locura, los deseos, la concupiscencia, que
todo ser humano experimenta en su juventud. Sin embargo, no es por esto que solo la persona puede verse identificado,
sino porque todos estos sentimientos, en algún momento de la vida, se mezclan
para destruirnos, para dar paso al terrible mounstro, al verdadero yo que llevamos dentro, el que no busca
el camino que es recorrido por las masas, por ideologías, o incluso por la
profesión, o una expectativa de vida, sino un camino que lleve hacia su propio
ser, el cual permita redescubrirse y renacer tal y como lo ha retratado Orlando
Mejía en su obra.
Es por esto que la
historia de Ricardo Valenzuela no es un caso individual o puntual de un joven
estudiante universitario, sino que es
parte de la historia universal de los humanos que, al igual como lo ha hecho
Hermann Hesse en su novela Demian o
en El Lobo Estepario, permite
introducirse en las cuestiones universales del ser. Igualmente, tampoco podemos desdeñar el difícil contexto político
ya que, además de definir temporalmente la obra, produce la sensación de
distanciamiento para encaminar al personaje principal hacia cuestiones
internas, sobre su propio destino.
Ahora bien, las situaciones y la trama de la puesta en
escena logran llegar estas cuestiones a través del “degeneramiento” progresivo
de Ricardo Valenzuela que se evidencia en sus ideas políticas, sociales y
literarias a la vez que en el trato perverso y celoso con su novia. Como actor, puede decirse que logra con una
gran destreza combinar todos los elementos para dar un entendimiento del sufrimiento, del cambio y la complejidad en
todo ser humano. De este modo, existen momentos absolutamente conmovedores en
que el drama de la existencia humana se devela a través de los ojos de Ricardo,
sus sueños, que pueden ser los de cualquiera, se derrumban con las verdades que
encuentra en el camino y además, el amor se trastorna para convertirse en sólo
una necesidad del cuerpo.
En definitiva,
John E. Correa (Ricardo Valenzuela) realiza un excelente trabajo al reflejar esta
condición humana en conflicto. Pero, esto no puede desligarse del entorno que
le rodea y que también produce un contraste con lo que siente y las situaciones
que vive: las alegres fiestas universitarias o en bares, los encuentros
amorosos, el conmovedor mirador en Chipre, la bohemia en las discusiones sobre
poesía y poetas, los salones de clase, las discusiones con sus amigos, el motel
Arizona, entre otros. Es toda una dinámica que interrelaciona e integra a los
demás actores, piezas fundamentales, para que la trama se desenvuelva correctamente con el fin de
construir a partir una novela, toda una puesta en escena de muy buena calidad.
Además de los
personajes cuyos diálogos transcurren con propiedad, de la manera más natural
posible: con pasión, amor, alegría, severidad, odio, según sea el caso; la iluminación, la música y
el escenario proporcionaron atmósferas fundamentales e indispensables para contar la historia, los lugares, las
emociones, etc. Así, la disposición del escenario, cuatro paredes movibles con
un espacio atrás de cada una para sentarse (idea innovadora) le dieron
dinamismo a la escena además de otorgar la capacidad de cambiar y utilizar esas
paredes como la escena misma, es decir, elementos peculiarmente
multifuncionales. Además de esto, cabe resaltar que las imágenes proyectadas
sobre estas paredes podían distorsionarse por el movimiento, en todas
direcciones, reforzando el escenario-imagen y dando un preludio a la acción
siguiente.
Igualmente, estos
elementos están combinados con, tal vez, el más resaltable de todos: la música.
Y es así, ya que por medio de esta, nos relatan el mundo manizaleño, la vida
universitaria, las pasiones y el sufrimiento. Canciones como las de Miguel
Bosé, Pink Floyd, Silvio Rodríguez, The Doors, Darío Gómez, Joaquín Rodríguez,
entre otras, transcurren a lo largo de la obra, para darle a cada persona la
posibilidad de soñar, sentir y estar en un límite casi imperceptible que separa
la audiencia y los sentimientos de los personajes. Además la iluminación, la
mejor en mi opinión con relación a su manejo y la puesta en escena en esta
Temporada de Teatro en Univalle (Agosto-Diciembre), se combina a la perfección
con el lenguaje sonoro y visual para crear escenarios poéticos y bellamente
construidos a través del juego de la intensidad y la fotografía.
En definitiva,
esta obra de teatro es toda una elaborada y minuciosa creación artística que
parte del difícil trabajo de convertir un texto novelado en una puesta en
escena para compartir a los espectadores, en especial si son jóvenes y
universitarios, las experiencias de un estudiante
recién ingresado, con sueños e ilusiones, que está a punto de caer en las manos
de su propio destino: renacer por medio del prolongado sufrimiento y la batalla
que se libra contra sí mismo para llegar al
verdadero ser. Un problema,
como dije, universal. Es por tanto que la obra deja las puertas abiertas e
invita al cuestionamiento sobre sí mismo, el verdadero lugar sobre este
universo y su función en él.
Por último
desearía que existiera una mayor difusión sobre estas espectaculares obras en
la ciudad; que se conociera el trabajo tan elaborado y gratificante de éste
–particularmente- o de las diversas
presentaciones que se realizan en la Universidad del Valle, ya que como lo he
presenciado, al Teatro Salamandra, el 29 de Septiembre, fueron aproximadamente 12 personas a la
repetición de esta obra. Una lástima, pero de todas formas, una sensación
inigualable y gratificadora.
Considero este espacio de vital importancia no solo para el Teatro, sino para el Arte en general, porque gracias a tu iniciativa, se motiva a leer,opinar acerca de las obras que se montan en los diferentes espacios de la ciudad y sobre todo a asistir con mas frecuencia a los teatros, consolidando esta actividad como una excelente opción de entretenimiento, aparte de enriquecer el acervo cultural de la comunidad caleña. Att: Nathaly Ch.
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