jueves, 25 de octubre de 2012

Reseña: Recordando a Bosé de Orlando Mejía Rivera




Ficha técnica



Nombre de la obra: Recordando a Bosé
Autor: Orlando Mejía Rivera
Lugar: Auditorio 4. Univalle
Fecha: 22/Septiembre/2012
Hora: 5:30
Director: Douglas Salomón
Diseño Escenográfico y audiovisual: Breyner Huertas

Reparto

RICARDO VALENZUELA: John Edward Correa
ROSANA GIRALDO-AMPARO GUZMÁN: Marlyn Montoya
XIMENA MINOTA: Yaira Zapata
JOAQUÍN RESTREPO- PROFESOR MENA- PROFESOR JARAMILLO- LUISITO MARÍN: Andrés López
JAIME ARIAS- JORGE ISAZA- VIGILANTE DE LA UNIVERSIDAD: Fabián Luna
SUSANA- GLORIA SATIZABAL- ENFERMERA: Lizeth Herrera
LUCÍA RIVAS: Zolieth Paz
PLUBIO GARCÍA- JULIAN: Robert Díaz


Reseña 



Recordando a Bosé es una novela homónima del escritor manizaleño Orlando Mejía. El protagonista, Ricardo Valenzuela, es un joven que ingresa a la facultad de medicina de la Universidad de Caldas a mediados de los 60´s o 70´s. Su pasión por la literatura, Demian de Hesse, la bohemia, su novia, las situaciones entorno a su carrera, lo llevan a destruir paulatinamente el frágil y caótico mundo en el que vive para surgir de las cenizas como un ser renovado y completo por medio de un acto simbólico: cortarse las venas.

La puesta en escena se realizó gracias a la Convocatoria Interna de Creación e Investigación de la Vicerrectoría de Investigaciones y como resultado de todo este proceso la obra logra  ser alucinante en todos los sentidos ya que refleja en nosotros –lo que a su vez, produce la identificación inmediata-  el sufrimiento, el amor, los sueños, la esperanza, el engaño, la locura, los deseos, la concupiscencia, que todo ser humano experimenta en su juventud. Sin embargo, no es por esto que  solo la persona puede verse identificado, sino porque todos estos sentimientos, en algún momento de la vida, se mezclan para destruirnos, para dar paso al terrible mounstro, al verdadero yo que llevamos dentro, el que no busca el camino que es recorrido por las masas, por ideologías, o incluso por la profesión, o una expectativa de vida, sino un camino que lleve hacia su propio ser, el cual permita redescubrirse y renacer tal y como lo ha retratado Orlando Mejía en su obra.
Es por esto que la historia de Ricardo Valenzuela no es un caso individual o puntual de un joven estudiante universitario,  sino que es parte de la historia universal de los humanos que, al igual como lo ha hecho Hermann Hesse en su novela Demian o en El Lobo Estepario, permite introducirse en las cuestiones universales del ser. Igualmente, tampoco podemos desdeñar el difícil contexto político ya que, además de definir temporalmente la obra, produce la sensación de distanciamiento para encaminar al personaje principal hacia cuestiones internas, sobre su propio destino.

Ahora bien,  las situaciones y la trama de la puesta en escena logran llegar estas cuestiones a través del “degeneramiento” progresivo de Ricardo Valenzuela que se evidencia en sus ideas políticas, sociales y literarias a la vez que en el trato perverso y celoso con su novia.  Como actor, puede decirse que logra con una gran destreza combinar todos los elementos para dar un entendimiento  del sufrimiento, del cambio y la complejidad en todo ser humano. De este modo, existen momentos absolutamente conmovedores en que el drama de la existencia humana se devela a través de los ojos de Ricardo, sus sueños, que pueden ser los de cualquiera, se derrumban con las verdades que encuentra en el camino y además, el amor se trastorna para convertirse en sólo una necesidad del cuerpo.

En definitiva, John E. Correa (Ricardo Valenzuela) realiza un excelente trabajo al reflejar esta condición humana en conflicto. Pero, esto no puede desligarse del entorno que le rodea y que también produce un contraste con lo que siente y las situaciones que vive: las alegres fiestas universitarias o en bares, los encuentros amorosos, el conmovedor mirador en Chipre, la bohemia en las discusiones sobre poesía y poetas, los salones de clase, las discusiones con sus amigos, el motel Arizona, entre otros. Es toda una dinámica que interrelaciona e integra a los demás actores, piezas fundamentales, para que la trama  se desenvuelva correctamente con el fin de construir a partir una novela, toda una puesta en escena de muy buena calidad.

Además de los personajes cuyos diálogos transcurren con propiedad, de la manera más natural posible: con pasión, amor, alegría, severidad, odio,  según sea el caso; la iluminación, la música y el escenario proporcionaron atmósferas fundamentales e indispensables para  contar la historia, los lugares, las emociones, etc. Así, la disposición del escenario, cuatro paredes movibles con un espacio atrás de cada una para sentarse (idea innovadora) le dieron dinamismo a la escena además de otorgar la capacidad de cambiar y utilizar esas paredes como la escena misma, es decir, elementos peculiarmente multifuncionales. Además de esto, cabe resaltar que las imágenes proyectadas sobre estas paredes podían distorsionarse por el movimiento, en todas direcciones, reforzando el escenario-imagen y dando un preludio a la acción siguiente.

Igualmente, estos elementos están combinados con, tal vez, el más resaltable de todos: la música. Y es así, ya que por medio de esta, nos relatan el mundo manizaleño, la vida universitaria, las pasiones y el sufrimiento. Canciones como las de Miguel Bosé, Pink Floyd, Silvio Rodríguez, The Doors, Darío Gómez, Joaquín Rodríguez, entre otras, transcurren a lo largo de la obra, para darle a cada persona la posibilidad de soñar, sentir y estar en un límite casi imperceptible que separa la audiencia y los sentimientos de los personajes. Además la iluminación, la mejor en mi opinión con relación a su manejo y la puesta en escena en esta Temporada de Teatro en Univalle (Agosto-Diciembre), se combina a la perfección con el lenguaje sonoro y visual para crear escenarios poéticos y bellamente construidos a través del juego de la intensidad y la fotografía.

En definitiva, esta obra de teatro es toda una elaborada y minuciosa creación artística que parte del difícil trabajo de convertir un texto novelado en una puesta en escena para compartir a los espectadores, en especial si son jóvenes y universitarios, las  experiencias de un estudiante recién ingresado, con sueños e ilusiones, que está a punto de caer en las manos de su propio destino: renacer por medio del prolongado sufrimiento y la batalla que se libra contra sí mismo para llegar al  verdadero ser. Un problema, como dije, universal. Es por tanto que la obra deja las puertas abiertas e invita al cuestionamiento sobre sí mismo, el verdadero lugar sobre este universo y su función en él.

Por último desearía que existiera una mayor difusión sobre estas espectaculares obras en la ciudad; que se conociera el trabajo tan elaborado y gratificante de éste –particularmente-  o de las diversas presentaciones que se realizan en la Universidad del Valle, ya que como lo he presenciado, al Teatro Salamandra, el 29 de Septiembre,  fueron aproximadamente 12 personas a la repetición de esta obra. Una lástima, pero de todas formas, una sensación inigualable y gratificadora.

1 comentario:

  1. Considero este espacio de vital importancia no solo para el Teatro, sino para el Arte en general, porque gracias a tu iniciativa, se motiva a leer,opinar acerca de las obras que se montan en los diferentes espacios de la ciudad y sobre todo a asistir con mas frecuencia a los teatros, consolidando esta actividad como una excelente opción de entretenimiento, aparte de enriquecer el acervo cultural de la comunidad caleña. Att: Nathaly Ch.

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