jueves, 1 de noviembre de 2012

Reseña de la obra “El entierro” de Enrique Buenaventura




Ficha Técnica

Nombre de la obra: El Entierro
Autor: Enrique Buenaventura
Lugar: Sala Julio Valencia. Bellas Artes
Fecha: 25-Agosto-2012
Hora: 6:30 pm
Director: Luis Alberto Ocampo
Elenco: Daniela Peña como Mujer y Ministro. Diana Cardenal como Mujer y Cardenal. Diana Osorio como Mujer y Belarmino.  Isabella Londoño como Mujer y Presidente. Shari Celis como Niña y Mujer. Daniel Osorio como Nicanor y Homero.


Reseña


Enrique Buenaventura toma como punto de partida el relato de Gabriel García Márquez “Los Funerales de Mamá Grande” para crear la obra teatral El Entierro en el año de 1986 en la que muestra los acontecimientos de los últimos instantes de vida de La Mamá Grande, una gran terrateniente.
La obra no solo expone el terrible y a la vez esperado acontecimiento del cual todos parecer estar pendientes, incluyendo su familiares (presentes desde el inicio de la obra),  un Ministro, el Presidente y hasta el mismo Sumo Pontífice después de arribar desde fronteras desconocidas (todos con una codicia que sobrepasa el límite de lo creíble), sino que explora el tema de la violencia y la angustia que son creados por los conflictos armados en los pueblos y que hasta ahora, sin alguna diferencia a ese pasado cercano, prevalecen en Colombia. El Entierro, por tanto,  posee como rasgos la denuncia tan característica en E.B., la codicia e interés que impregna todo el sistema jerárquico basado en el poder, y en contraste a todo esto, la inesperada supervivencia de aquellas personas que sufren y aguantan hasta terminar aniquilados por un destino inamovible y previsible como es el caso de Homero (un fiel sirviente) y sus hijos.

Los eventos se desarrollan sobre una atmósfera tensa. Las mujeres esperan por la muerte de Mamá Grande (en realidad esperan por su testamento)  en la sala de su casa. Homero y  Belarmino rodean el escenario como uno solo entre diálogos que desenmascaran el peligro que hay afuera: los buitres que están por todas partes. La autoridad entre las mayores opaca la dulce y a su vez maleable personalidad de la Niña. La pelea surge entre todas ellas por el mendrugo de testamento que esperan tener. Mientras todo esto sucede, los visitantes llegan a la casa, inesperadamente: un Ministro, el Presidente y hasta el Sumo Pontífice. Todos preguntan si Mamá Grande ya murió y si el testamento les ha dejado algo. Cuando muere, la situación se vuelve más crítica y el desconcierto reina ¿cómo vivir ahora en un escenario plagado de buitres? ¿Qué pasó con el testamento? La violencia y la matanza son evidentes y todas las mujeres buscan, en vano, la forma para ignorar estos hechos. 

Sobre toda esta rica temática los estudiantes de séptimo semestre de actuación de Bellas Artes montan esta obra a cargo de Luis Alberto Ocampo como parte de su formación profesional. En ésta, cada actor adopta dos papeles, con lo que logran, además de un buen mérito, un dinamismo que le da a la actuación una fuerza sobre sus personajes y al mismo transcurso de las acciones (sin importar sus treinta minutos de duración). De este modo se pueden resaltar el trabajo en Homero y Nicanor (Daniel Osorio) por sus estrepitosos cambios en el otro  el cual  tiene sus propias características muy distinguibles. Homero sumiso, Nicanor imponente. El contraste sugiere un conflicto desde el inicio. Ahora bien, entre estos dos personajes se alcanza el punto clímax de la actuación, y es donde más dolor se percibe por la resignación del ya impotente Homero frente a la autoridad del otro, cuando Nicanor se ve obligado a matar a cada uno de sus hijos; momento en que hace uso del estruendoso caer del cuerpo para provocar una imagen devastadora, en la que una y otra vez el sonido se acompasa con  las constricciones del corazón.

Si pensamos en los otros, cabe destacar el papel de la Niña (Shari Celis) y el de Presidente (Isabella Londoño) sin olvidar, por supuesto, los demás personajes que han logrado una buena actuación. La Niña es un papel, sin duda encantador. Es capaz de reflejar esa inocencia entre ese ambiente tan hostil y cargado de intereses con gestos, miradas o acciones propias de una niña pequeña. Esto a la vez contrarresta la altura física (tal vez la más alta del grupo) dando la posibilidad de imaginar y sentir que aquella persona tiene un alma de niña y definitivamente lo logra.
Igualmente, se puede ver una actuación impecable (y también en las anteriores mencionadas) en el Presidente. La actitud y el manejo de la voz en éste lo resalta cuando entra en escena (es decir cuando cambia de personaje al ponerse la banda presidencial). También se logra un efecto general, en la audiencia, cuando ella improvisa, de la forma más natural posible, errores que no hacen caer la puesta en escena. En fin, entre lo cómico, codicioso y autoritario se desarrolla este papel del Presidente con una actuación destacable.

Por último quiero resaltar,  al igual que todas las obras que se presentan en la Sala Julio Valencia,  el hecho tan significativo que representa el uso de las luces en la escenografía y la fotografía. En este caso, las sombras, el azul, los colores vivos, se proyectaban sobre las paredes o sobre el gran entramado de telas negras, mortuorias, en el techo y colgantes dando la adecuada impresión según sea el caso a las emociones o sentimientos. Así, la angustia de Homero por una historia ya desvanecida en el olvido, o que caerá en el olvido, se ve por el constante circular de las sombras que pueden tomar formas enigmáticas, entrañables, exageradas, reveladoras. De este modo se alcanza una buena unión entre la imagen y la actuación, aunada con los sentimientos que siempre alcanzan una situación placentera de gozo a los espectadores que quieran asistir a la obra.

 Aquí unas fotos de la obra: http://www.flickr.com/photos/73538797@N07/sets/72157631399023204/with/7928248094/

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