lunes, 5 de noviembre de 2012

Reseña teatral de “El Loco y la Muerte” de Darío Fo



Ficha técnica

Nombre de la obra (última presentación): El Loco y la Muerte.
Autor: Darío Fo.
Lugar: Sala Julio Valencia. Bellas Artes.
Fecha: 3/Noviembre/2012
Hora: 6:30 p.m.
Directora: Guillermo Piedradita.
Composición Musical: Marco Tulio Mondragón.
Escenografía, vestuario y luces: Kristín Bartelsman.
Técnico de Tramoya: Ricardo Rojas.

Elenco

LOCO-MUERTE-LA VENTERA-DOS JUGADORES: David Alejandro Monsalve (VII semestre de Licenciatura en Arte Teatral)
MÚSICOS: Johan Fernando Prado (II semestre de interpretación Musical) Marco Tulio Mondragón/Docente.

Reseña

La representación de este misterio bufo (sátira o reflexión en boca del pueblo  de un acontecimiento de la vida de Cristo, en este caso, la última cena) alcanza una gran teatralidad por la capacidad del actor de interpretar a manera de monólogo, y simultáneamente, cinco personajes, todos con sus rasgos propiamente definidos. Nunca los confunden. Todo lo contrario, son tan bien definidos  que lo único que nos asombra son los cambios repentinos pero de igual manera impecables. Las voces, postura, el movimiento e incluso la tonalidad, todos elementos que ayudan al juego simultáneo entre las personalidades, el cual permite un diálogo fluido y entre personajes que no existen materialmente, pero que se logran percibir perfectamente, alrededor de la mesa de juego, de la silla, en el escenario, caminando, jugando, huyendo. Es una sensación peculiar cuando se hacen los reiterativos y siempre cómicas entradas y salidas de los personajes en la misma cara del actor. Como dije, el juego –teatral- se desarrolla con el uso de animalidades para darles rasgos precisos a sus personajes. Una liebre en el cuerpo de La Muerte, un Orangután en el cuerpo de Un Jugador. 
A mi parecer, una experiencia que nos recuerda los principios de la imitación griega, en la cual la tragedia o comedia eran interpretadas por una sola persona. Un trabajo siempre de admirar cuando nos convence sobre la existencia de otros personajes, los disgustos (como en este caso),  pasión, desconfianza, etc.

Una muy buena y engañosa representación, en términos positivos, que es ayudada en gran parte por la música en vivo y la improvisación. Los sonidos también ayudaron a contar la historia la cual daba pautas sonoras que caracterizaban los personajes. De esta manera, la música, que está articulada con cada gesto, incluso con los pasos crea un mundo alrededor del juego de cartas de estos tres personajes (El Loco y Dos Jugadores) y los sentimientos que implica con éste. Un mundo del holgorio, la verbena. Un mundo que a pesar de sus alegrías, incluye una atmósfera temible cuando llega la pálida Muerte. Y no se puede lograr una escena más cómica cuando el Loco cree que él es la próxima víctima. ¿Qué podría esperarse de un Loco en esta situación?  No hay elección más descabellada que intentar conquistar con halagos a la quién se le atribuye la más desafortunada de las labores: la Muerte. Una elección que llevará a situaciones divertidas entre la Muerte, la cual a medida que el Loco la conquista, empieza a adquirir rasgos más humanos, incluso hasta el punto de notar la extraordinaria belleza de Jesús que cena en un espacio continuo.

Además hay que agregarle un crédito extra al director Guillermo Piedrahita que tras su larga experiencia en el TEC y en la presentación de obras en Cali (la última que me acuerdo es la asombrosa interpretación en “El dictador de Copenhage” de la dramaturga caleña Martha Márquez en Univalle) ha estado acompañando la creación y construcción de e,sta obra de Darío Fo tras el largo periodo de un año y medio. Siempre ideando, con ayuda del equipo incluyendo músicos, nuevas formas para lograr un mejor trabajo. De este modo, noto algunas diferencias destacables que llaman la atención y que no recuerdo haberlas visto en sus primeras presentaciones. Unas con respecto al escenario y otras con el uso de nuevos instrumentos para crear sonoridades que no son   tan usuales como el piano o la guitarra, sino que el vibráfono, flauta, percusión, y una lira melódica (no estoy completamente seguro de este último) dan todo un abanico de sensaciones.

Sin embargo, no se encontraran aquí con una obra que deje mucho a la reflexión. Esto puede ser aparente. Empero, no por esto se desmerita el trabajo que se ha hecho tanto en la representación como en abordar este autor que se ha dedicado a la investigación de los misterios bufos y de las historias a mano del pueblo, al folclor y a la manera en cómo se transmiten la tradición. En su totalidad en un trabajo que vale la pena apreciar.

En suma, una obra que combina la actuación y la viveza de los movimientos, los diálogos, los cambios de personalidad, de tal modo que asombran por la capacidad de hacernos creer lo vivo de lo inexistente.  

Bueno, si recordamos que está es la última presentación, entonces se podría pensar sobre ¿cuál es mi motivación para escribir esta reseña/comentario? En realidad es la motivación que quiero dar, por medio de estos escritos, para que se visiten estos lugares, para que intentemos acercarnos a lo que es la coyuntura teatral de nuestra ciudad. De igual modo a que sigamos de cerca el desarrollo de estos estudiantes como actores (recuerdo que en “Muerte accidental de un anarquista” también de Darío Fo se presentó este mismo actor en un elenco más grande en el mismo lugar). Y ser parte, como auditorio, de la historia que se vive y se comparte a través de la oralidad o lo escrito , de una historia que forma, en definitiva, a la Cali cultural, como en los viejos tiempos.

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