Ficha Técnica
Nombre
de la obra: Las Bacantes
Autor:
Eurípides
Lugar:
Auditorio 4. Univalle.
Fecha:
26/Octubre/2012
Hora:
6:00 p.m.
Directora:
Gabriel Uribe
Técnico:
Robinson Achinte
Vestuario:
K
Reparto
DIONISIO:
Eder Aleyxo Montaño.
PENTEO: Walter Calvo, Samuel Medina, William Jiménez.
AGAVE: Yaira Zapata.
CADMO: Samuel Medina, Walter Calvo.
TIRESIAS: William Jiménez.
MENSAJEROS: Walter Calvo, William Jiménez.
SERVIDOR: Tatiana Toro.
CORO: Kelly Silvana Benavides, Yaira Zapata, Liliana
Zambrano, Tatiana Toro.
Reseña
La puesta en escena de
Las Bacantes a cargo de los estudiantes del Artes Escénicas de la Universidad
del Valle fue una de las obras que obtuvo un gran mérito en esta temporada de
teatro por la manera en cómo fue concebida, es decir, el trabajo que han
desarrollado con relación al escenario, la expresión corporal, y el manejo de
los personajes.
Sin embargo antes de
entrar a discurrir por estos elementos, tengo la breve impresión que la puesta
en escena no logró, a pesar de todos sus recursos, hacerse entender. Sé, por la
experiencia que tuve con el estreno de la obra, ya en otro semestre, que para muchos queda la breve sensación de
que muchas cosas quedan sueltas; la
sensación de estar perdido entre nombres sea de dioses o de los Tebanos. Incluso,
si no se está atento a los cambios de personajes (ya que hay varios que se
interpretan por más de un actor) se puede perder el hilo o ritmo de la historia.
Empero, esto no es un problema tan grave, a mi manera
de ver las cosas, sino que debe verse como un reto que han enfrentado los
mismos actores, ya que el mismo texto de “Las
Bacantes” implica una dificultad que
se puede apreciar en el principio de la obra, igualmente en la presentación, ya que en poco tiempo Dionisio nos
cuenta de manera muy detallada porqué ha llegado a Tebas, cuál es su condición como
el dios que es negado por su propia estirpe y qué ha hecho para recobrar su
posición.
Es decir, que el mismo
texto es hermético, pensando en la perspectiva del auditor, por el hecho que no
tenemos la misma conexión con estas obras teatrales tal y como lo tenían los
antiguos griegos que vivían diariamente en contacto con los cultos, ritos, las divinidades, mitología, etc. A partir de esto me surge la inquietud de si la
obra solo intentaba hacer una presentación como parte de un ejercicio académico
(que de igual forma enriquece a los estudiantes) o si como parte de esto
también intentaban explorar algunos recursos para que la obra se diera a
entender hacia el público.
A pesar de esto, la obra está
llena de elementos resaltables de los cuales se puede inferir que se ha hecho
un trabajo arduo y prolongado del grupo teatral para mejorar cada puesta en
escena. Con este trabajo, se nos abre la posibilidad de sentir el conflicto entre
dos poderes que son bastante diferenciables. Por un lado está el pensamiento
conservador y recto de Penteo por impedir cualquier transgresión de las normas morales
y preestablecidas y el culto pagano de Dionisio que llevan a las personas a sus
estados primitivos básicos, al deseo de las pasiones terrenales sin ningún prejuicio
u objeción racional. Dos entes, el uno
terrenal y el otro divino, unidos por lazo familiar, que expresan su aberración
hacia el otro. Como resultado, tendremos a un Dionisio implacable mostrando que
no siempre los dioses tienen que ser benevolentes, todo lo contrario, están
dispuestos a causar desgracias a quienes no les rinda culto y los ignoren.
Esta historia se desarrolla
en una peculiar escenario, un recuadro blanco que deja todo lo demás a la
vista, es decir que el “camerino” de los actores, ubicado al fondo, es visible
por todos, incluso los elementos que hacen parte de la historia. Una selección
interesante.
Además encontramos que
gran parte de la obra está llena de gestos y movimientos que asimilan animalidades,
la más sobresaliente en manos de Dionisio el cual intenta reflejar tanto la
incomodidad al ser un dios en un cuerpo de humano como también su condición propia
de dios al vociferar como un animal salvaje y primitivo. Además hay que añadir
que esto último también se puede detallar cuando Dionisio es capturado y habla
en una lengua inentendible por los demás, remitiéndonos a un tiempo enigmático
y desconocido. Igualmente las bacantes en un delirio divino muestran su cuerpo poseído
por el culto y la adoración por las pasiones terrenales, sin ninguna
cohibición, libres, sin ninguna restricción. La corporalidad así es uno de los
elementos resaltables para entablar esa comunicación y lograr parecer como el
personaje que les corresponden.
El coro en sus diversas
intervenciones logra una buena unión con la acción teatral, sea que este todo el
conjunto de mujeres hablando o simplemente una. Además, el uso que le han dado al
coro destaca por ser parte del escenario, como objetos inanimados (ayudados de
otros elementos como palos alargados de bambú) que adquieren conciencia cuando expresan
sus pensamientos en relación con el desarrollo y consecuencia de los
acontecimientos.
Igualmente, cabe destacar
que para que funcionen las puestas en escena, de autores griegos, es necesario
crear una atmósfera que permita la imaginación de los acontecimientos (por todo
el elenco). En las luces, sonidos y diálogos (ya que no todo es representado) en
este caso se combinan con gran destreza para mostrarnos la ferocidad de las
bacantes, los encuentros entre Dionisio y Penteo, lo conmovedor que resulta ver
a los ancianos Tiresias y Cadmo los cuales se tienen que sostener uno al otro
para no dejarse caer, la trampa meticulosamente urdida por Dionisio, el coro
que está presente en escenas bastante intensas (jugando de vez en cuando con la
intensidad y color de la luz) por lo revelador y sabio de sus palabras, las
atmósferas que representan el culto a lo orgiástico y bacanal, e igual de
impresionante que todas, el anuncio que hace el mensajero sobre la muerte de
Penteo en el Citerón a manos de su propia madre. Este último cabe resaltarlo,
por qué el mensajero cuenta de manera muy detallada, sin ningún tropiezo, con éxtasis
y conmoción, los acontecimientos: la trampa de Dionisio, lo maravilloso y bello
del Citerón, la violencia sobrenatural de las mujeres y el despedazamiento del
cuerpo de Penteo.
Toda una escena que desemboca
a un final impactante y el más doloroso de la obra. Ágave sale del delirio en
el que ha estado para darse por enterado que la supuesta cabeza de tigre que ha
cazado, y que sostiene, no es más que la de su propio hijo Penteo. Como
consecuencia, se tiene una actuación bastante convincente al interpretar ese
dolor de madre en la posición del cuerpo, su desesperación en el movimiento de
las manos y los gritos que prorrumpen por
todo el escenario. Un dolor frío que logra compadecernos.
Para terminar expreso que
esta obra ha realizado un excelente trabajo y ha dejado todo de sí en el
escenario partiendo del hecho que no es una obra fácil de abordar. Sin embargo,
un punto a favor es que, como teatro, tienen la posibilidad de mejorar, y como
objetivo, mejorar la relación con el público, para darse a entender y lograr
que sea sentida con mayor intensidad al momento de ser representada.
Alguna de las fotos de esta obra las pueden ver aquí (provenientes de otro blog): http://experimentando-ando.blogspot.com/
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